domingo, 8 de noviembre de 2009

cuentos de una noche de campamento 1ra Parte

En vista de que a muchos les gusto el primer cuento, pues aqui tenemos otro, espero que les guste.


EI Tepozteco a través de los siglos, ha sido fuente de inspiración de mitos y leyendas. .. he aquí la historia de una de ellas.La fogata ardía bajo una luna llena y un cielo estrellado, todos los miembros de la patrulla por fin se disponían a descansar. Había sido una caminata pesada, salieron de Meztitla al medio día con la intención de pasar la noche en la inmensidad del Tepozteco, el ascenso fue más difícil de lo que el guía calculó, pero bien sabía él que este campamento de patrulla valdría la pena, pondría a prueba a los pietiernos y serviría para foguear aún más a los otros.Cuando el sol comenzó a ocultarse, ya se habían adentrado varios kilómetros por una de las cañadas principales y el guía decidió buscar un lugar propicio para montar el campamento; fue ya hasta entrada la noche cuando terminaron de instalarse y cenar, hasta ese memento, pudieron sentarse todos alrededor de la fogata y platicar un poco.-

Nosotros nos vamos a quedar a dormir fuera de la tienda, aquí junto a la fogata - le dijeron unos patrulleros al guía.- Nosotros también -dijeron otros- hace mucho que no dormimos fuera.- A poco voy a dormir entonces yo solo en la tienda? - preguntó el guía.- Pues si quieres, porque nosotros dormiremos fuera -le contestaron todos sus patrulleros.Entre estos y otros comentarios estuvieron platicando un rato hasta que por fin uno de ellos dijo:- Bueno, ¿quién empieza con la primera historia de terror?Se había vuelto una tradición, casi sagrada dentro de la patrulla, que en cada campamento, durante la fogata se contaran historias de terror. Más de un pietierno no había podido dormir después de oírlas, asegurando haber visto a uno de los espantosos seres que los narradores de estas historias juran que existen y acechan a todo acampador en la noche. 

Es así como comenzó uno de ellos a contar la historia del Leñador Cortador de Cabezas; después siguió otro con la historia de los Hombres Tiburón, los cuales, advirtió, podrían atacarlos de un memento a otro.Siguieron otras historias, y ya para la media noche, sólo faltaba una por contar; el guía empezó a observar a cada uno de los patrulleros, algunos comenzaban a dormirse, otros acomodaban sus bolsas de dormir junto a la fogata y otros tenían la mirada fija en las luces distantes de la ciudad de Cuernavaca, que se veía sobre el valle como una enorme mancha luminosa y parpadeante; por fin el guía comenzó a hablar:- Creo que ya todos conocen mi afición por el Tepozteco.

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